Iván Ulchur Rota
En la ciudad de Iquitos, en el departamento de Loreto al nororiente de la Amazonía peruana, al fruto del camu camu (Myrciaria dubia) lo chupan con sal cuando todavía está verde. Al madurar, su pulpa agridulce se utiliza para jugos, batidos y postres locales. “Quienes lo consumen no tienen gripe”, me explica Mario Pinedo, investigador del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana. “El camu camu tiene hasta 20 veces más vitamina C que cítricos como la naranja”. A finales de los noventa el camu camu de Loreto empezó a ser promocionado internacionalmente por su alto contenido nutricional. Años después cayó estrepitosamente: mientras que en 2007 el valor de exportación nacional de productos del camu camu llegó a más de USD 4.5 millones, para 2008 —un año después— el valor era menor a USD 2 millones. Es la historia de un “super alimento” que se desplomó antes de despegar.
El camu camu abunda en las orillas inundables de los ríos y lagos de los departamentos amazónicos de Loreto y Ucayali. Bien manejado, puede ser una forma atractiva de generar ingresos con recursos forestales renovables. Años antes de ser descubierto como producto de exportación, era cosechado artesanalmente en canoa por pequeños agricultores para la preparación de postres y jugos. Ya desde entonces se creía que el fruto prevenía enfermedades. A mediados de los noventa el camu camu empezó a ser promovido en Japón por la compañía Agroindustrial del Perú, del ingeniero japonés Takayuki Suzuki, como un “super alimento”, la panacea del momento. “Agroindustrial inició todo”, explica Pinedo. Mientras que de 1994 hasta 2009 Japón se convertía en el destino de 78 % de las exportaciones de materia prima, en Estados Unidos y Europa, la penetración de camu camu era mucho menor, a pesar de también haber sido promocionado como “super alimento”.
Aunque desde 1997 hasta 2007 el valor de exportaciones de camu camu creció, el crecimiento fue irregular y lleno de baches .
La caída
Muchos de los productores que inicialmente se lanzaron a la oportunidad que surgía desde Japón no supieron qué hacer con las exigencias del nuevo mercado. Aunque las caídas en exportaciones coinciden con un cambio en las relaciones entre Perú y Japón en 2001 (por, entre otras cosas, los vínculos con el Japón del expresidente peruano Alberto Fujimori) y la crisis mundial de 2008, Pinedo reitera que el problema fue más endógeno. No se calcularon las expectativas. Sin la logística e infraestructura adecuadas para cumplir con la demanda que se creó, la integridad de la cadena de suministro se vio afectada. En 2007 —el mismo año en que el valor de exportación del camu camu alcanzó su punto máximo— Pinedo asistió a una feria de exportaciones donde encontró productos adulterados con saborizantes y colorantes. “Explotó el mercado y explotó la informalidad. Yo creo que para el mercado japonés era cuestión de tiempo. Estaban invirtiendo demasiado para recibir productos con aditivos y saborizantes que alteraban su calidad.” Con un mercado tan concentrado, la decisión de una compañía impactó a todas.
Mientras el camu camu empezaba a venderse afuera, en Perú aún no existía forma de regular el uso de tierras inundables. Fue un problema institucional que según Miguel Tang, director de Economías Verdes en la Asociación de Amazónicos por la Amazonía (AMPA) –una organización peruana sin fines de lucro– está detrás de la informalidad descrita por Pinedo. “Al ser tierras de nadie, sin ninguna titulación legal, la gente empezó a cortar las ramas sin podar bien”. Era imposible regular las cosechas en sintonía con los niveles del río sin normativas claras que establezcan, por ejemplo, concesiones territoriales para agricultores comunitarios. La informalidad territorial desconchababa los tiempos de la cosecha en relación al mercado. “¿Por qué ponen los colorantes?”, pregunta Tang para explicar el problema de fondo. “Por que tuvieron que cosechar fruto verde”. Causa y efecto: los rodales mueren cuando el nivel del río sube y las “heridas” de la poda no se han regenerado. Esto ocurrió con frecuencia, reduciendo los volúmenes y alterando los costos de exportación.
Por el lado de distribución del producto, para Gino Samaniego, gerente de Ecoandino Industria Orgánica , el error de muchos exportadores de camu camu fue que no lograron penetrar un mercado y asegurarlo. “Para muchos consumidores fue fácil dejar el camu camu”. Según Samaniego la exportación simultánea de acerola, Malpighia emarginata empeoró la situación, ya que ésta comparte un nicho de productos con camu camu: también es alta en Vitamina C, es más adaptable y es, en general, más reconocida. Samaniego, sin embargo, mantiene que hay algunos mercados en potencia para el fruto de Loreto. Se rehusó, de hecho, a utilizar la palabra “crisis”. “Se mueve con mucha regularidad en los supermercados y ahora estamos empezando a vender en Corea del Sur”, explica. Los clientes de Estados Unidos llegan a comprar de 500 kilos a una tonelada al año de camu camu procesado, hecho polvo o encapsulado. “Cayó pero se mueve. Ahora solo hay que diversificar el producto”.
¿Una Recuperación?
En la actualidad, el exportador más grande del producto sigue siendo la empresa Agroindustrial del Perú; la que empezó todo. Con plantaciones propias en Pucallpa, departamento de Ucayali, y conexión directa a varias compañías en Japón, han establecido cadenas de suministro que integran desde la producción hasta la distribución. En Japón, Amazon Camu Camu, que elabora y distribuye derivados de camu camu, también es propiedad de Susuky, el fundador de Agroindustrial.
Por su parte, Ecoandino Industria Orgánica –ubicada en Lima—ha apostado por la diversificación, con una variada oferta de productos que promueve como “super alimentos” peruanos. Además de camu camu, venden café, cacao, quinua y frutos menos conocidos como el arracachá y la lúcuma.
Ahora hay señales de recuperación. De 2012 a 2016, Japón –a través de Agroindustrial del Perú–se ha mantenido como el mayor importador de pulpa de camu camu con casi 44% de la materia prima, a manos de Agroindustrial del Perú. Lo siguen Italia con 22.19 % y Estados Unidos con 12. 1%.
A pesar de que Pinedo describió la situación como “crisis”, también tiene esperanza. Ve mucho potencial en casa. “Debimos haber desarrollado el mercado interno antes de pensar en exportar”. Algunas compañías y proyectos de pequeños productores se han enfocado en los mercados nacionales. Frutama, en Perú, conecta productores indígenas de pulpa de camu camu de Loreto con mercados globales.
Tang, por su parte, ve una gran oportunidad para esta fruta en los mercados de las grandes ciudades peruanas. “Necesitamos una estrategia de marketing para ubicar camu camu como sustituto de muchísimas frutas, incluyendo al maracuyá y otros cítricos.” Así mismo, ahora ya existen proyectos e investigaciones para titular concesiones para productos no-maderables de rodales naturales dentro de comunidades nativas. Y en Colombia Selva Nevada trabaja con la Asociación de Mujeres Comunitarias de Tarapacá (ASMUCOTAR) para la elaboración de helados de camu camu en las principales ciudades de su país.
En retrospectiva, la “caída” en las exportaciones de camu camu deja lecciones más amplias sobre los desafíos de desarrollar mercados en contextos como los de Iquitos. Como todo “cuello de botella”, el riesgo de no diversificar y ampliar vías de intercambio puede tener efectos graves. Mantener la integridad y calidad a lo largo de la cadena de suministro, desde la normativa territorial hasta la distribución, es clave para crecer en sintonía con las posibilidades de producción. Pero el potencial del producto es innegable, no solamente por su atractivo comercial, sino por lo que puede significar para la Amazonía: la posibilidad de un mercado ni maderero, ni ganadero que agregue valor al bosque y que promueva a la vez la economía local. Ahora, aunque incipientemente, el camu camu vive vive.